Érase una vez un ratón que vivía cómodamente en una granja donde había recibido el granja, donde había recibido el granjero, descubrió una ratonera y tuvo mucho miedo porque se dio cuenta de que querían cazarlo y se le iba a acabar la buena vida.
Enseguida salió gritando al patio de la granja: <<¡Hay una ratonera en la casa! ¡Hay una ratonera en casa! Pero nadie pareció alarmarse y no le hicieron caso.
La gallina pasó junto a él y le dijo cacareando: <<Una ratonera es para los ratones, ¿no? Entonces a mi no me importa nada>>.
El ratón pidió ayuda al cordero, pero este le dijo: <<Lo siento ratón, rezaré para que no te pase nada>>.
El ratón se dirigió a la vaca y esta le dijo: <<¿Qué tienen eso que ver conmigo? Yo soy grande y fuerte y esa cosas pequeñas no me importan>>.
Desanimado, regresó a su agujero, y aquella misma noche escuchó el ruido que hacía la ratonera al cerrarse. Pero no había atrapado un ratón, sino una serpiente. La granjera se acercó a ver lo que había y la serpiente la picó. La mujer cayó enferma con fiebre y su marido, pensando que le sentaría bien tomar algo caliente, mató a la gallina para prepararle un caldo. Como la mujer no mejoraba, fueron a visitarla todos sus familiares y el granjero mató al cordero para darles de cenar. Finalmente, la granjera murió y su marido tuvo que vende la vaca para cubrir los gastos del funeral.
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